
Según estimaciones del Banco Mundial, la generación de residuos a nivel mundial pasará de 2.240 millones de toneladas en 2020 a casi 3.880 millones en 2050. Al mismo tiempo, la capacidad de los vertederos se reduce, y muchas zonas —especialmente islas, regiones densamente pobladas y áreas protegidas— ya están al límite.
Una economía circular verdaderamente sostenible, basada en la minimización del vertido y en el reciclaje de calidad, no puede prescindir de la valorización energética de residuos (Waste-to-Energy, WtE). Estas plantas transforman los residuos en electricidad y calor, constituyendo una alternativa estratégica al vertido. Sin embargo, no son una solución sin residuos: por cada tonelada incinerada se generan entre 150 y 250 kg de cenizas de fondo (IBA). Si no se tratan adecuadamente, estas cenizas acaban en vertederos, comprometiendo los objetivos de circularidad.
Un cambio regulatorio global: el impulso a la valorización del IBA
A nivel internacional, las políticas públicas están promoviendo la valorización del IBA como un componente clave de la gestión sostenible de residuos. En Europa, las directivas sobre economía circular y gestión de residuos impulsan la clasificación del IBA de alta calidad como recurso, animando a los países miembros a establecer criterios nacionales de fin de residuo ("end-of-waste").
Un ejemplo destacado es el de los Países Bajos, que reutilizan casi el 100% del IBA (más de 600.000 toneladas al año) proveniente de residuos municipales como base de carreteras, terraplenes y obras de construcción. Todo esto gracias al acuerdo Green Deal Bottom Ash, que exige que las plantas de valorización energética recuperen más del 75 % de los metales no ferrosos (> 6 mm).
En Dinamarca, la legislación permite desde hace años el uso del IBA en la construcción de carreteras, incluso en carreteras de alto tráfico desde 2012. Como resultado, actualmente se recupera el 99% del IBA generado.
Otros países europeos como Bélgica, Francia, Alemania, Portugal y España también emplean la ceniza en diversas obras de infraestructura, confirmando su valor como recurso.
Suiza aplica un enfoque único, utilizando las fracciones más finas de las cenizas de fondo como sustituto del cemento en procesos de estabilización de cenizas volantes, mejorando tanto el rendimiento del material como su sostenibilidad.
En el Reino Unido, la Agencia de Medio Ambiente ha desarrollado marcos regulatorios que permiten el uso de agregados no tratados de IBA en proyectos de ingeniería civil sin necesidad de un permiso ambiental, siempre que se cumplan ciertas condiciones operativas.
En Asia, Singapur tiene como objetivo explícito la valorización de las cenizas. Se prevé una generación diaria de unas 1.500 toneladas de IBA y 300 toneladas de cenizas volantes, con esfuerzos continuos para recuperar metales ferrosos y no ferrosos.
Japón impone límites estrictos a contaminantes como dioxinas y metales pesados, y un máximo del 5 % de carbono no quemado. Taiwán, por su parte, ha adoptado estándares similares desde 2020, a fin de garantizar la seguridad ambiental y la integridad del material.
En conjunto, estas iniciativas están configurando un nuevo paradigma global donde el IBA se reconoce como materia prima secundaria, impulsando su tratamiento en seco y su reutilización en línea con los criterios europeos de fin de residuo. Este avance mejora tanto la eficiencia del reciclaje como el enfoque hacia una economía más circular y sostenible.
MADAM: gestión en seco del IBA para una circularidad real
El sistema MADAM (Magaldi Dry Ash Management) representa una solución innovadora en un contexto normativo cada vez más orientado a tecnologías en seco.
A diferencia de los métodos tradicionales, MADAM utiliza un sistema completamente en seco, basado en la extracción mecánica de la ceniza y el enfriamiento con aire ambiente. Esto permite a las plantas WtE gestionar el IBA sin agua, reduciendo la dependencia del vertido.
El proceso en seco produce una ceniza más limpia, seca y estructuralmente estable, con ventajas en ambos escenarios posibles:
ESCENARIO 1 – VERTIDO
Cuando es necesario disponer del IBA en vertederos, el sistema MADAM permite reducir significativamente tanto el peso —hasta un 40 % menos en comparación con la ceniza húmeda— como el volumen, lo que se traduce en menores costos de transporte y tarifas de vertido más bajas.
ESCENARIO 2 – REUTILIZACIÓN
Cuando el IBA está destinado a su reutilización, el tratamiento en seco resulta esencial. Este proceso optimiza la recuperación de metales, generando una ceniza más limpia y adecuada para aplicaciones como bases de carreteras o productos de hormigón. En condiciones óptimas, hasta un 80% del IBA seco puede ser reutilizado, según la normativa vigente y la demanda del mercado (Comisión Europea, JRC, 2020).
Además, si es necesario, se puede añadir agua posteriormente para cumplir con los requisitos regulatorios locales.
Gracias a esta doble funcionalidad, el sistema MADAM facilita el cumplimiento de los criterios emergentes de fin de residuo, maximizando la recuperación de materiales y minimizando los impactos ambientales. De este modo, las plantas WtE se consolidan como pilares clave de una economía verdaderamente circular.
Conclusion
Los vertederos representan un modelo obsoleto: ineficiente, contaminante y alejado de los objetivos de sostenibilidad.
Ante un futuro con volúmenes de residuos en aumento, regulaciones más estrictas y la urgente necesidad de descarbonización, sistemas como MADAM no son solo una mejora técnica, sino una decisión estratégica clave para asegurar la resiliencia, rentabilidad y sostenibilidad a largo plazo.